viernes, 7 de diciembre de 2012

Fiestas, navidades y responsabilidades.

Diciembre es un mes interesante, arranca con las fiestas de nuestra ciudad; una suma de festejo tras festejo, bailes, eventos, comidas y alegría sumados una y otra vez durante una semana en la que el trabajo y los problemas son secundarios.

Inmediatamente después de fiestas arranca la Navidad, miles de negocios y empresas nos tratarán de convencer durante dos semanas de ser la mejor opción para comprarles regalos a nuestros seres queridos. No es molestia, estamos acostumbrados.

A pesar de todo este cúmulo de cosas y gracias a mi trabajo, hoy tengo la oportunidad de recordarles a todos ustedes que existen cosas más importantes, problemas que tienen mayor peso que los toros, la farra y lo difícil de tomar decisiones sobre qué regalarle a un ser querido.

Ha sido un verdadero reto y un placer para mí poder trabajar junto con Unicef en una campaña por la erradicación del trabajo infantil. ¿Cuántas veces paramos en un semáforo y nos encontramos con un niño tratando de vendernos caramelos, rosas o algún otro producto? ¿Cuántas veces este niño nos rompe el corazón de tal forma que es casi imposible no sucumbir ante la presión de darle dinero, comprar lo que sea que esté vendiendo para así intentar sentirnos mejor?

Yo sé que todos hemos sentido lo mismo, lamentablemente sirve. Cuando le damos un dólar o dos a ese niño, nos sentimos mejor, pensamos que hemos hecho una buena obra en ese día y estamos orgullosos de nuestro gran corazón. Todo un espejismo. Ese niño está en la calle justamente para explotar ese sentimiento y nosotros acabamos de promover la actividad.

Debemos estar conscientes de que somos privilegiados. Nacimos en un círculo social diferente y esa suerte nos pone en una posición en la que podemos tomar dos caminos: Ser parte del problema o parte de la solución.

Ya expuse una forma de ser parte del problema; no es la única. No dejarse afectar por el mismo, no tomar acción por ningún lado y decidir ignorarlo todo es negar la responsabilidad que recibimos al nacer donde nacimos. Parte del problema también. 


El otro camino es tomar acción. Sean parte de esta campaña y pongan una pieza en la barrera contra el trabajo infantil con su nombre. No tienen que ser millonarios para hacerlo, todo lo contrario, aportes mensuales, bimensuales o trimestrales de $5 o $10 dólares pueden hacer diferencias increíbles y permitir que el trabajo de esta increíble organización se mantenga y llegue el día en que ver niños en las calles sea un tema del pasado.

Recuerden por un momento cuánto realmente significan para ustedes $10 o $20 dólares cada mes, a veces los desperdiciamos en cosas increíblemente banales. Pongamos ese dinero a trabajar contra el trabajo infantil, un día hablarán con sus hijos y les podrán decir "Yo fui parte de la solución".  Hazlo ahora aquí.